La Universidad de Harvard ha anunciado el cierre de sus oficinas de diversidad como respuesta a la creciente presión ejercida por el Gobierno de Donald Trump, aunque ha asegurado que continuará brindando los servicios de apoyo desde una unidad previamente existente.
La Universidad de Harvard ha confirmado el cierre de sus actuales oficinas de diversidad, responsables de atender a estudiantes LGTBIQ+, mujeres y otras minorías, en lo que muchos consideran un gesto de capitulación ante las amenazas del presidente Donald Trump. No obstante, la institución académica ha asegurado que sus servicios inclusivos seguirán operando desde una antigua estructura interna, la anterior Oficina de Diversidad, Equidad e Inclusión, la cual ya había sido objeto de cambios de nombre bajo presiones anteriores del actual mandatario.
Hasta ahora, Harvard había mantenido una postura firme frente a la Administración Trump, que ha amenazado reiteradamente con retirarle la financiación federal anual —un monto de 2.200 millones de dólares— en caso de no alinearse con las políticas del Gobierno. Desde la universidad se insiste en que esta cifra resulta esencial para el funcionamiento general de la institución, que tan solo en el último ejercicio registró un gasto de 6.400 millones de dólares.
Las tensiones entre el Ejecutivo y el ámbito universitario se han intensificado desde el regreso de Trump al poder en enero. Su Gobierno ha señalado a varias universidades, entre ellas Harvard, por permitir protestas estudiantiles en favor de Palestina. El discurso oficial tilda estas manifestaciones de antisemitas, y ha respaldado sus amenazas con un estudio en el que se acusa a la universidad de presuntas violaciones a los derechos civiles de estudiantes israelíes y judíos.
Además de la presión financiera, la Casa Blanca ha intentado suspender las matriculaciones de estudiantes extranjeros, un intento bloqueado por un tribunal de Massachusetts, que dictaminó la inconstitucionalidad de la orden mientras se resuelve la demanda correspondiente.
Aunque Harvard insiste en que sus servicios de apoyo a comunidades marginadas seguirán activos, el cierre físico de sus oficinas de diversidad marca un giro significativo en su política institucional, en un contexto cada vez más hostil para las iniciativas de inclusión en la educación superior estadounidense.







