De la jubilación a la literatura. Rafael Arroyo Nadales y su camino hacia el I Premio de Novela Antinóo por la Diversidad

¿Qué le inspiró a escribir «Los últimos de Santa Isabel de Fernando Poo»?

Cuando leí las normas del concurso pensé que podía escribir algo sobre el tema de la diversidad. No suelo planificar mucho los temas de mis cuentos. Así que escribí, al tirón un primer cuento. Lo releí y me pareció aburrido, así que recordé los consejos de una profesora de la Universidad para mayores de la UMA y le fui añadiendo un «conflicto» en cada capítulo. Cuando lo acabé repasé las normas para no salirme de lo que pedían y lo envié.

¿Podría contarnos un poco sobre el proceso de investigación que realizó para esta novela?

Para poder escribir una historia que se desarrolla en un ambiente militar tuve que recordar lo aprendido en mi servicio militar. Creo que fui un caso anómalo porque en las clases de teoría tomaba apuntes que estudiaba hasta poder repetirlos de memoria y casi sin respirar. Así conseguí que me premiarán con algunos permisos para volver a casa y descansar del ambiente militar.

¿Cómo eligió el título de la novela y qué significado tiene para usted?

El título se me ocurrió con la novela casi terminada con los tres o cuatro supervivientes en el barco en el que escapaban. Al hilo de «los últimos de Filipinas» lo convertí en «Los últimos de Santa Isabel»

¿Hay algún personaje en la novela con el que se identifique personalmente?

Por la educación pacifista que recibí de mi padre no me costó adaptar el personaje de Javi al recuerdo que conservo de él que se vio envuelto en una guerra horrible. En mi adolescencia me hizo leer varios libros sobre la guerra que me marcaron y me inspiraron para escribir las primeras páginas.

¿Cuál fue el mayor desafío que enfrentó al escribir esta novela?

Dedico parte de mi tiempo libre a escribir sobre nuestra historia. Actualmente preparo una conferencia sobre la esclavitud y me ha servido de revulsivo para escribir sobre el amor que surge entre «Javi» y «Flor»

¿Qué mensaje o reflexión espera que los lectores se lleven después de leer su obra?

Ojalá le sirviera a alguien para reflexionar sobre su postura ante las nuevas formas de esclavitud que están apareciendo en nuestra sociedad. En todos y cada uno de mis cuentos termino con una moraleja. Las últimas páginas de mi novela conforman esa moraleja. La reflexión sobre la guerra y la diversidad sexual debería llevar al lector a confrontar sus posturas con las ideas que yo les presento.

¿Existen eventos o personajes históricos reales que hayan inspirado partes de su novela?

Durante mi servicio militar conocí a un compañero al que se le conocía por «la Polaca». Desde el punto de vista personal y militar era todo lo contrario de «la Rumana». También tuvo que repetir parte del servicio militar porque se había olvidado de que era un varón y tenía que hacer «la mili». No sé qué habrá sido de él pues no hemos vuelto a tener ningún contacto

¿Qué papel juega la diversidad en su novela y cómo espera que contribuya a la conversación sobre este tema?

Mientras escribía el relato iba rememorando historias de mi niñez en la que conocí a diversas personas que tuvieron que soportar el verse marginados por su sexualidad. Tuve un compañero de trabajo que mantenía un comportamiento verdaderamente ejemplar. Hace varios paños que murió y aún lo recordamos con cariño y respeto. Ojalá hubiera podido leer esta historia

La Rumana es un personaje central en la novela. Su comportamiento resulta ejemplar y desde que el comandante descubre el potencial que escondía lo convertí en un segundo protagonista. Al final decidí sacrificarlo porque con su muerte se sublimaría y alcanzaría una dimensión superior.

Me consideraría muy satisfecho si mi novela llegara a dar lugar a conversaciones. Para conversar, mejor que para hablar, hay que partir de una reflexión previa. Y eso ya es mucho en unos temas tan delicados y tan maltratados en los medios de comunicación.

¿Qué le motivó a convertirse en escritor y cómo comenzó su carrera literaria?

Al jubilarme, me encontré con tiempo libre y ganas de trabajar. Me planteé seguir estudiando para que mis neuronas no perdieran el ritmo y durante varios años busqué refugio y actividad en la Escuela Oficial de Idiomas. Luego fue la Universidad para Mayores. Allí mi esposa y yo hicimos un curso-taller de la memoria en el que nos recomendaron, entre otras cosas, que dedicáramos tiempo a escribir. Seguí el consejo y así empezaron a aparecer los primeros cuentos. Me gustaba y me dedique a participar en certámenes literarios. Conseguí quedar como finalista en algunos concursos eso me animó. Nunca he valorado mucho lo que escribo y tampoco esperaba grandes premios.

¿Qué autores o libros han influido más en su estilo y en su obra?

No quiero parecer presuntuoso diciendo que «mi estilo se parece al de…» me gusta mucho Delibes porque escribía con sencillez y no se preocupaba de estilos. Desde que lo escuché en un documental sobre el escritor y su obra decidí que yo tampoco me preocuparía. Cojo mi ordenador y empiezo a escribir. Y si sale con barba San Antón. Como no aspiro al Premio Nobel de Literatura, cuando terminó alguno de mis cuentos se lo pasó a mi esposa que fue profesora de lengua y que me corrige la ortografía y los posibles errores gramaticales.

¿Cómo ha evolucionado su estilo de escritura a lo largo de los años?

La verdad, no llevo escribiendo tanto tiempo como para apreciar una evolución en mi forma de escribir. En la Universidad para Mayores hice una asignatura para mejorar mi forma de expresarme oralmente y escribiendo. Me preocupo porque cuando les doy algunos cuentos a mis nietos o a los de mis amigos, no vayan contaminados con errores ortográficos o gramaticales

¿Qué proyectos futuros tiene en mente después de ganar el I Premio de Novela Antinóo por la Diversidad?

Me gustaría seguir escribiendo cuentos y novelas cortas. Ya tengo escrita una novela negra. Quiero empezar géneros más difíciles como la ciencia ficción y la novela policíaca

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